lunes, 28 de septiembre de 2009

¿¿Hombres o trabajo??

- Hey amiga! ¿como estás? -
- Muy bien, contenta, mañana tengo por fin una entrevista de trabajo, ya me estaba durando la rachita. -
- Que bien, te felicito!, esta noche te incluiré en mis oraciones por todos los que andan sin trabajo, afortunadamente yo en eso si estoy bien.-
- Si, estaría bueno, nunca sobra una oración, a estas alturas, si me preguntaran que prefiero, un hombre o un trabajo, escogería el trabajo -
- ¡Tienes razón!, hace más falta el trabajo, al fin que hombres pues como quiera se las ingenia una.-
- Claro, con trabajo te compras lo que quieras, ropa, viajes, lo que sea, hasta un hombre bien ponedor y bien chulo pa' que desquite la inversión.-
- Ps si, hasta esos pequeños lujos puede uno planear -
- O también podrías comprar un chingo de consoladores y un montón de pilas -
- Ja, ja, ja, o ¿que tal de esos que ya van a la corriente eléctrica?, digo, pa que no falte la energía -
- ja, ja, ja, siiiii, y ¡que se vaya la luz en toda la colonia!, la reynita bien contenta. -
- o si quieres, compras un generador... para no ser desconsiderada con los vecinos -
- Miralaaaa, chica golosa.

sábado, 12 de septiembre de 2009

ANTROVA



"¿Qué adelantas sabiendo mi nombre?
Cada noche tengo uno distinto
y siguiendo la voz del instinto
me lanzo a buscar..."


La noche de Zacatecas es linda, las estrellas parecen tan cerca, se respira tan limpio y aunque es una ciudad grande, conserva ese sabor de pueblo que solo pocos lugares tienen. Esa semana estuve de visita por cuestión de trabajo, en verdad estaba agotada, aunque fue bastante productiva y disfrutable porque amo mi trabajo, en realidad me sentía cansada, desperté de una larga siesta, abrí la ventana de mi balcón y vi esa noche con esas estrellas que me estaban llamando a caminar…de modo que me metí a la regadera, unos jeans y una camiseta eran lo mas cómodo para caminar, un poco de brillo en los labios y estaba lista para salir, me gustaba este verano zacatecano, tan diferente al de mi tierra, cuando anochece el aire es fresco y hasta brisa se puede sentir, así que caminé, al salir del hotel me di cuenta que la actividad estaba decreciendo, solo la recepcionista me vio partir y el restaurant y bar se veían vacíos… caminé sin rumbo, hasta donde escuché una guitarra y una voz masculina que se hacía acompañar, me detuve en el portal y vi el letrero que estaba pintado con letras negras “ANTROVA” y sintiendo un magnetismo irresistible entré, sin saber bien porqué motivo.
Al entrar me di cuenta que había poca gente, encontré un lugar en una mesa frente al trovador, que en esos momentos terminaba una canción de Alejandro Filio, el lugar se veía bien, lo suficientemente subterráneo y oscuro para parecer peña, lo suficientemente anaranjado y chocolate para darle un aire contemporáneo. Pero luego de la canción de Alejandro Filio, el cantante se inició con una canción de Sin Bandera y me dije: - pensé que era de trova el sitio, les doy media hora para convencerme – decidida a marcharme si en media hora no mejoraba el panorama. Luego de terminar la canción, el cantante se despidió y subió otro al escenario, lo esperaba expectante y efectivamente, este si era un sitio de trova, este hombre cantó diversas canciones, desde Edgar Oceransky, Alejandro Filio y demás gente que cantan música clásica clandestina como dijo un amigo. A estas alturas, ya me sentía en confianza y como estaba cerca del escenario, gritaba la canción que se me antojaba y el trovador la cantaba. De pronto, a tres mesas de distancia, observé que un muchachón me observaba, digo muchachón porque no era un chamaco, no era un viejo, de no mal pelo y con esa barbita que se hace después de no afeitarse desde la mañana, moreno y de ojos oscuros, veía como cantaba y como las cervezas y el ambiente me iban sentando cada vez mejor, desvié la vista porque no era mi idea la de ligar esa noche, solo quería una cerveza y disfrutar la que quizá sería mi ultima noche zacatecana.
Cambio de trovador, ahí empezó la música cubana de Silvio Rodríguez y cuando cantó Causas y Azares la gente se levantó a bailar, entonces sentí que una mano tomaba la mía sin preguntar siquiera y suavemente me indicaba que la siguiera, seguí esa mano hasta la pista y me encontré con el sujeto que me observaba desde hacía rato, luego el cantante siguió con rumbas flamencas de Joaquín Sabina, mientras unos tomaban los instrumentos del escenario para acompañar al cantante, yo bailaba con ese sujeto que solo me sonreía y me preguntó mi nombre después de dos canciones, solo le dije, “me llamo I…” “mucho gusto, yo me llamo J…” mientras la música sonaba…
"Imagino, preciosa, que un hombre."
"Algo más, un amante discreto,
que se atreva a perderme el respeto.
¿No quieres probar?"

De inmediato me preguntó porqué estaba sola, no le parecía lógico, al menos debía ir con amigas, le dije que estaba sola porque no era de la ciudad y esa era mi última noche ahí, respondiendome que de ninguna manera podría ser así, ahora que nos habíamos encontrado, tenía que estar conmigo y conocerme más, de inmediato se ofreció a pagar mi estancia por al menos otra noche en Zacatecas y que no me fuera al día siguiente… le expliqué que no podía y de momento pareció conformarse. Entonces la música se volvió mas tranquila y nos dirigimos a mi mesa, tan pronto como nos sentamos, inició un ataque a mi boca directo y sin pedir permiso, tan atrevido como inesperado, pero intenso y disfrutable, no era mi intención ligar, pero la Fortuna me puso en ese trance y no era cosa de dejar en vergüenza a mis paisanas y que la reputación de mi tierra quedara por los suelos, así que correspondí a esos besos de cerveza de la manera que yo se que soy capaz de provocar un incendio. Así permanecimos largo rato, hubo mas trovadores, mas cervezas y mas noche, poca charla y muchos besos que para eso estábamos ahí, pedí mi cuenta y le dije que me iría a dormir, se levantó y dijo que no podía dejarme ir sola, que me llevaría hasta mi hotel y sin hablar más, pagó la cuenta con urgencia.
"Vivo justo detrás de la esquina,
no me acuerdo si tengo marido.
Si me quitas con arte el vestido,
te invito a champán."
Le solté al barman mil de propina,
apuré la cerveza de un sorbo,
acertó quien "El templo del morbo"
le puso a este bar.”

Yo había bailado y estaba cansada, el había bebido bastante, pero su aspecto aún era decente, luego de pagar, salimos del lugar y me tomó de la mano. Caminamos bajo el Portal de Rosales. Ahí tuvimos eso que desde ese día llamo “un faje colonial”, aprovechando cada rincón de los edificios antiguos, cada columna, cada resquicio y farola para besar y tocar de manera desatada.
"Al llegar al portal nos buscamos
como dos estudiantes en celo.
Un piso antes del séptimo cielo
se abrió el ascensor."

Me dijo que apresuráramos el paso, para llegar a mi habitación y entonces le dije que no me daba la gana quedarme en mi habitación con él, que me llevara a otro sitio, y entonces tomamos el primer taxi que pasó y le dijo que nos llevara “al Paraíso”, de solo escuchar el nombre, me dio un ataque de risa, de esos que por absurdos dejan a tu interlocutor pasmado, luego se rió también de buena gana y me pidió perdón por pedirle al taxista que lo llevara al paraíso, que ahí lo llevaría yo le quedaba claro. Al llegar al hotel entramos a la habitación, me di cuenta que el lugar no era ningún sitio de mala muerte, sino que para ser un hotel de paso tenía bastantes comodidades, incluso ofrecían en un folleto explicativo, tubos de table dance en renta así como un columpio sexual, lo cual también me provocó otra explosión de risa pero deje de lado esos menesteres, lo cierto es que la barbita de este hombre, sus manos atrevidas y su cuerpo fuerte me estaban haciendo sentir mucho deseo, ganas de saber que había debajo de esa playera y dentro de ese pantalón, ganas de sentir su cuerpo en el mío y ganas de sacar los espíritus de tantos malos amantes de la mente.
"Es mejor - le pedí - que te calles:
no me gusta invertir en quimeras.
Me han traído hasta aquí tus caderas,
no tu corazón."
Y después, ¿para que más detalles?
Ya sabéis, copas, risas, excesos.
¿Cómo van a caber tantos besos
en una canción?

Luego de explorarnos por mucho rato, me quedé dormida en esos brazos fuertes que eran justo a la medida del deseo y que se notaba que hacían trabajo pesado, bajo el sol, porque sin camisa no era tan moreno, su nombre me daba la impresión de ser de ascendencia árabe, pero a mi no me interesaba su ascendencia, ni tampoco su descendencia, solo me interesaba terminar esa parranda como deben terminar las parrandas decentes, en la cama rodando con un desconocido. Desperté justo con dos horas para ir a tomar el avión, apenas me daba tiempo para tomar la maleta y correr, así que una vez que me vestí con el mayor silencio posible, llamé a recepción y pedí un taxi, al escucharme hablar despertó y me dijo que porqué me iba, le dije que tenía que marcharme, apenas me daba tiempo de llegar al aeropuerto.
- Pero no quiero que te vayas-
- Uno no siempre hace lo que quiere y menos lo que quieren los demás –
- Mmm, me parece extraño que te vayas casi huyendo como delincuente, hasta parece que me robaste la cartera. –
- No, tu cartera está completa –
- Ya se, lo que pasa es que tienes a tu marido en el hotel, por eso no quisiste ir a tu hotel anoche, ahora entiendo, te está dando remordimiento y por eso me dejas así.-
- No, solo tengo que irme.

Ahí en la cama le di un beso rápido y en ese momento llegó el taxi, lo abordé y llegue a mi hotel con el tiempo justo para ir al aeropuerto y alejarme de Zacatecas, con mas razones para llevarlo en el corazón y más deseos para no dejarlo del todo, alejándome también de J…. Hay pasiones que pueden agotarse en una noche, así que no tiene sentido fingir que nos interesa prolongarlas.

"En mi casa no hay nada prohibido,
pero no vayas a enamorarte.
Con el alba tendrás que marcharte
para no volver
Olvidando que me has conocido,
que una vez estuviste en mi cama.
Hay caprichos de amor que una dama
no debe tener."

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA ELEGIDA


Me levanto y son las ocho, con ese sabor del agotamiento viejo, anoche llegué a las tres de la mañana, el chofer de transporte de personal de la maquila se la pasó sobando la pierna de la chavala que va a su lado y manejaba lento, para prolongar el viaje, pues al bajar al ella la esperaba su marido en la esquina bajo la luz de un arbotante; mientras tanto, el resto de nosotros que nos moríamos de cansancio no nos quedaba más que esperar a que la lascivia de ellos quedara satisfecha. En fin, luego de que llegué, tuve que lavar los trastes que quedaron de la cena, aunque frijoles y papás no son difíciles de remover de los platos. Mis hijos hacía horas que estaban dormidos, eso creo, uno nunca sabe con los adolescentes, solo me queda creerles cuando me dicen que no tienen sexo y que no consumen drogas, me es imposible estar al pendiente y sus respectivos padres se fueron tan pronto los engendraron, así que yo sola he tenido que navegar con su crianza. En silencio enciendo un cigarrillo, mis hijos ya se fueron a la escuela, o al menos eso dicen, veo como la brasa se va consumiendo mientras repaso la lista de pendientes y de pronto me despierta esa tos persistente que viene de la habitación contigua…es mi madre, que a sus ochenta y tantos años de vida tiene tantos males crónicos que no se como es que sigue respirando.
-Rosenda!
-mande mamá, ¿como amaneció?
-tráeme un vaso de agua, que me muero de sed.
Apago el cigarrillo apresurada y voy por el agua, así ha sido mi vida desde hace mas de quince años, mi madre siempre fue de esas señoras de rancho, acostumbradas a levantarse a las cuatro de la mañana para enviar al marido a trabajar, preparándole el desayuno y poniéndole viandas para más tarde, solo que el marido (mi padre), ya se murió hace más de veinte años, pero a ella se le quedó la costumbre de decir que las mujeres que no madrugan son unas huevonas que no sirven para tener una casa, me despierta aunque sabe que yo estoy cansada, para empezar ese largo día, aprovecho que le llevo agua para darle el medicamento de la mañana.
- Tome mamá, sus medicinas.
- No mortifiques Rosenda, ya estoy hasta la chingada de estar tomando medicamento, esos pinches doctores del Seguro no sirven para nada.
-Pero mamá, lo tiene que tomar, no tengo para llevarla al médico particular, solo podemos ir al Seguro, acuérdese que tengo que pagar la luz, el agua, el predial, que todavía debemos del predial del año pasado, que hay que comprarle libros y uniformes a los muchachos, no nos queda para pagar doctores, el Seguro es lo único que tenemos.
- Pero no se para que insistes en llevarme, si esos doctorcitos pendejos no hacen nada por que mejore.
- Usted sabe que tiene que cuidarse, además de que no se quiere tomar las medicinas usted ya no quiere comer, no se abriga cuando sale…no…
- ¡Nunca he necesitado cuidados de viejita, bastante puedo valerme sola y ya lárgate que no me dejas estar en paz, si te dejara, te la pasarías durmiendo en tus laureles, siempre fuiste una floja y aún lo sigues siendo, que es eso de estar calentando la cama a estas horas!
- Apenas son las ocho…
- Para eso si eres muy buena, para retobar, pero nunca has hecho nada de provecho, nomás tuviste a tus chamacos ahí como si fueran la yerba, ni para pescar marido sirves…
- ¿Qué le hacen los muchachos?
- Nada, a mi nada, a mi no me importan, tu no quieres entender que andan por ahí en la calle de vagos nomás y te sigues creyendo que van a la escuela y ahí estás de bruta sobándote en la maquiladora, para traerles dinero para que, si son unos burros, hasta borrachos y marihuanos han de ser, pero tu sigues ahí en lo mismo. ¡No te vayas que te estoy hablando!
Me alejo, antes de que el coraje me haga perder la paciencia y olvidarme que la señora que está gritando es mi madre, y empiezo la rutina de todos los días, hay que lavar, cocinar el desayuno, barrer, limpiar el suelo, ayudar a mi madre a que se bañe, vestirla, peinarla, llevarla a la sala para que se ponga a ver la televisión, planchar lo que ya se había lavado, acomodar la ropa, preparar la comida para mediodía que llegan los muchachos, atenderlos cuando llegan de la escuela, meterme a bañar, porque tengo que estar lista a las dos y media que llega el autobús por mi, porque si lo pierdo, tengo que pagar yo mi pasaje y no está el horno pa’ bollos, si así sabe Dios que el dinero no me alcanza, menos así. Hace más de quince años así vivimos, mi madre siempre fue una mujer enérgica, pero la enfermedad le ha agriado el carácter, cuando tuve a mis hijos no le hizo gracia que fuera madre soltera, pero no le quedó mas que recibirme, porque sabía que yo no tenía a donde ir, sin embargo, desde hace mucho tiempo que pienso que hubiera sido mejor que entonces me corriera de la casa, que dijera que me fuera a la calle con las mujeres pecadoras, que me fuera de pluma como me gusta irme y todas esas cosas que muchas veces me ha dicho, porque ahora vivimos con ella, sin embargo soy yo la que no puedo irme, me sentiría muy culpable si la dejo sola ahora que no se puede valer por si misma, si entonces que podía me hubiera ido, yo ahora viviría feliz, pero no como ahora, hace años que no tengo sexo porque no puedo escaparme ni una noche, hace mucho que no recibo ni una propuesta indecente, la aceptaría con gusto, pero mis amigos y compañeros de trabajo se cansaron de mis negativa. Todos mis hermanos están casados, tienen sus familias, unos viven en la ciudad, aunque da igual, nunca vienen, mi madre se encargo de hacerlos correr a fuerza de indirectas a mis cuñadas, otros viven en Estados Unidos, pero eso no sirve de nada, porque tampoco se acuerdan ni de hablar por teléfono. Pero eso si, cuando mi madre va a dar al hospital, que es seguido, porque se niega a tomar los medicamentos, aparecen todos para regañarme por lo mal cuidada que está, porque no les aviso, a pesar de que ninguno se ocupa de dar un centavo para que coma, vista o se compre medicamento. ¡Carajo!, ¡Esa mujer parió siete cabrones y dos cabronas! y nadie se hace cargo, todos se fueron de la casa y yo me fui quedando por ser la madre soltera, la que no tenía a donde ir, la que nunca consiguió novio en forma, porque tenía-muchas-responsabilidades-y-mi-madre-quería-que-expiara-mi-pecado.
Entonces, cuando estoy más ocupada en mis quehaceres domésticos, escucho esa voz que ya me tiene harta y que me hace sentir ganas de mandar todo al carajo:
-Rosenda… ¡ayúdame a ir al baño!
Entonces grito con todos mis sentidos la pregunta que me quema desde hace muchos años:
- ¿¿¿¿Y YO PORQUE CHINGADOS????

VUELVE


Tenía yo diecisiete años cuando me enamoré de ti. No puedo establecer el enamoramiento en términos de novela rosa, decir que fue amor a primera vista y que eras el hombre mas guapo del universo, porque sería mentir, ambos aún nos recuperábamos de esa enfermedad de adolescencia, donde nada en el cuerpo parece tener las proporciones adecuadas, entonces digamos que mis hormonas se emocionaron a la vista de tus piernas largas y tus caderas breves, tus manos grandes y rudas y esa mirada de desvalido con la que has solucionado tantas cosas en la vida.
Durante un año estuvimos resistiéndonos a los impulsos del cuerpo, yo tenía miedo de hacer lo que mi madre me dijo “no se debía de hacer sin casarse” y tu tenías miedo que por hacerlo te obligaran a casarte, pero finalmente tuvimos esa ceremonia donde fui iniciada a los placeres de la carne, asustada pero con entusiasmo y completamente convencida de que estábamos enamorados hasta el tuétano.
Entonces empezó lo que se llama una “relación formal”, tú convivías con mi familia y yo convivía con la tuya, para irnos tratando y ver si podíamos funcionar como pareja ante la sociedad. Con entusiasmo nos dedicábamos a la entrega mutua en cada ocasión que la hora, el lugar y el cuerpo lo permitían, aún a riesgo de que nos sorprendieran tus padres o los míos y nos pusieran como castigo el yugo eterno de vivir juntos, aunque para entonces sabíamos que no nos hubiera importado, éramos estúpidamente felices, salvo uno que otro susto provocado por mis desarreglos hormonales.
Un día me dijiste que esperarías el tiempo necesario hasta que yo terminara mi educación universitaria, el cual transcurrió lento y fueron cuatro años más esperando; otro día me viste a los ojos y me sorprendiste al pedirme casarme contigo, yo dije que sí, con la irresponsabilidad de mis años y mis amores, pensando que casarse era la cosa más natural del mundo cuando uno ya cumplió con sus expectativas de educación (¡Así de cursi y tarada era yo, lo bueno que ya se me quitó!) y ahí empezó la parte compleja del asunto, ¿Cómo hacerle para casarte sin dinero?, mujer determinada, de inmediato cooperé con mi parte, decidiendo que empezaría a trabajar de inmediato, para juntar dinero y comprar nuestras cosas, pues había que tomar en cuenta que tu mantenías a tu sacrosanta madre que era viuda y sin otro sostén en la vida. ¿Dónde íbamos a vivir?, por supuesto que con tu madre, ella necesitaba de ti y no podíamos dejarla sola. Y a todo dije que sí, pese a que la señora se fue directo a terapia intensiva cuando supo que su único hijo varón pensaba casarse con esta lagartona que además tenía el defecto de ser una mujer que deseaba ejercer una profesión, insurrecta y que no sabía planchar ni lavar (aunque si tenía otras gracias que tu ya conocías y que mejor no le dijiste a tu madre para no torturarla más).
Decidimos que el tiempo era demasiado, no podíamos juntar suficiente dinero con tu trabajo y con el mío, entonces tu primo que vive en Los Ángeles, tuvo la brillante idea de que te fueras allá para que juntaras dólares, así fuera limpiando parques, pero rápidamente podríamos realizar nuestro sueño de estar juntos, una tarde de verano nos dijimos adiós y pronto nos veremos, llorando por la lejanía después de cuatro años de vernos a diario y con la esperanza de verte volver alguna vez.
Luego todo se fue al carajo, te conseguiste una gringa que enloquecida por las dotes sexuales que tenías (y muchas de las cuales descubriste conmigo), te ofreció “arreglar papeles”, entonces te olvidaste de esta mexicana que se quedó acá en tu espera, la gringa te resultó piruja, pero para cuando te diste cuenta ya tenían tres hijos (que por cierto ninguno se parece a ti)… yo te esperé hasta que me di cuenta de todo eso y supe que no volverías más, por mi cuenta tuve amores, tuve hijos, éxitos y fracasos. Aprendí a entregar el cuerpo sin entregar el alma y disfruté de los lugares que hubiera querido conocer contigo. Me emborraché de las mil maneras que hubiera querido hacerlo contigo, fui a sitios, viví cosas, sentí cosas, toqué cosas, vamos, que dedique a embrutecer todos los sentidos para acallar esa palabra que en mi corazón siempre ha estado esperando para salir, en el fondo solo quería escribirte una carta y hacerte saber que aún te sigo esperando y que mi corazón aún te grita ¡VUELVE!