lunes, 26 de octubre de 2009

ME VOY

“Mira amor, la verdad no es que seas mala gente, de hecho eres una excelente persona, pero no encuentro nada que me retenga aquí a tu lado, ya sé, ya sé, tu me amas con locura, me has entregado todo lo que una persona puede entregar a otra, yo se que cuando te casaste conmigo eras virgen a tus treinta y un años de edad, pero no por eso me voy a quedar contigo toda la vida, ¿o si?...
No te preocupes, tu estarás bien, para eso estudiaste una carrera profesional, si, ya se que no la ejerciste nunca por estar en casa, cuidando de mi y de los niños, pero no es tan difícil encontrar tu camino de nuevo, además, yo no voy a dejarte sola, tu tienes garantizado tu mensualidad, con las colegiaturas de los niños, los gastos de la casa. Claro que deberás olvidarte de algunos lujitos, yo no voy a pagar tus tarjetas ya, pero bueno gordita, tienes que entender que yo también tengo que mantenerme ahora y sostener dos casas está difícil.
¿Qué porqué te dejo?, ay gorda, no empecemos con melodramas sentimentales, son cosas de la vida, tu y yo ya no tenemos nada en común más que los niños, hace años que cuando llego a casa solo escucho que los niños se portaron mal, que Diana le prendió fuego a su pupitre, que Marquito solamente se dedica a perseguir a las niñas del Colegio, que si Luisito tuvo problemas por sus bajas calificaciones, has dejado de verme como tu amante y solo soy el ogro justiciero que pone en su lugar a los chamacos o en su defecto, la cartera ambulante de la que sale el dinero para reparar los estropicios que hacen ellos… ¿Hace cuanto no me abrazas por las noches?, ¿Sabes tu si tengo algún problema en la oficina?, ¿Te importa si estoy cansado o si tengo ganas de estar contigo?, nuestros sábados se han convertido en una rutina espantosa donde por las noches haces el amor casi bostezando, donde no dejas de hablar de los problemas de la casa, que si hay que pintar, hay que ampliar, hay que amueblar con otro estilo… somos dos desconocidos gorda, somos dos seres ajenos que aún conviven bajo el mismo techo por no tener nada mejor que hacer.
¿Dices que te estoy dejando por una golfa?, no, ni siquiera es eso, no te voy a negar que te he sido infiel varias veces, pero ni siquiera he llegado a concretar una relación con nadie, solo simples desahogos sexuales que no tienen nada que ver con una relación formal, vamos mujer, que yo ya perdí la costumbre de hacer bien el amor y a ti nunca te ha importado, ¿como crees que voy a tener una amante de planta?
Me voy porque necesito el silencio, necesito el silencio que hace años no me das, necesito un espacio, porque esta casa, así de grande, me está ahogando. ¿Que es una crisis de la edad media?, no creo, vivo en esta monotonía desde fines de mis veintes, cuando los niños pasaron a ser tu prioridad y yo pasé a ser un mueble más de la casa.
Dices que no te sé valorar, bueno, eso no es del todo cierto, has sido una excelente madre, tan es así que mis hijos me ignoran del todo, siempre que no se trate de pedir dinero, eres una excelente hija, tan es así que nunca sales de casa de tu madre en todos los ratos libres y que yo tengo que soportar cada fin de semana de la mañana a la tarde a los tarados de tus hermanos porque estamos en la visita semanal. Ya gorda, no te injertes en Marga López y déjame irme, luego te doy el teléfono del departamento, mientras me localizas en el celular, no me llevo más que mi maleta, luego mando por mis libros, no creo que a nadie le interesen en esta casa.
¿Que a donde voy?, eso ya no es lo importante, lo que importa es que no vuelvo por donde ya no soy necesario, dejaré de ser el ogro, la cartera, el apoyo incondicional y volveré a ser solo un hombre.”

domingo, 25 de octubre de 2009

AVENTURA CASUAL



Siempre he sido un convencido que las mejores cosas de la vida pueden ser aquellas que no planeamos, son las agradables sorpresas que vienen a sacarnos de la rutina y a darnos luz en momentos, de otro modo, tediosos.
Aquella tarde, luego de salir de la oficina, entré al supermercado para comprar un garrafón de leche y una bolsa de comida para mi perro, iba camino a casa, me sentía algo cansado del día, afortunadamente no era “martes de frutas y verduras” que es cuando el supermercado se llena de señoras latosas y niños aún más latosos, así que proyecté llegar rápido por las cosas que necesitaba e irme. Cuando fui al departamento de lácteos, observé a una mujer, joven aún, que caminaba entre anaqueles, sin mucho ánimo, serena, tranquila, era blanca, tenía el cabello castaño y una figura, digamos, no sobresaliente, simplemente regular, usaba jeans y zapatos bajos, sencillos, una blusa blanca de tono liso, pero al pasar junto a ella, sentí un olor a perfume tenue, fresco, a tibieza, a cotidianeidad, que me hizo regresar, aparentando buscar algo, para seguir tras ella, embaucado por ese olor y por esas caderas que se movían con un movimiento suave, sin afectación, natural, como tratando de pasar desapercibidas. Después del departamento de carnes frías, ella empezó a notar que yo la seguía, pues cuando se detenía para tomar algo, yo hacía como que examinaba los productos y aunque estuviéramos en carnes frías, yo empecé a sentir calor. Sentí que en ella no había molestia, si mucho, sorpresa, como alguien que se siente observada después de mucho tiempo de pasar desapercibida. Para cuando estábamos en el área de los vegetales, yo ya estaba decidido a acercarme, entonces, para mi sorpresa, ella viró ciento ochenta grados su carrito y quedó justo frente a mí, yo no pude hacer más que sonreír, sorprendido en mi silenciosa cacería, levante mi mano y haciendo un gesto distraído dije: - ¡Hola! –

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Admito que en principio no supe que hacer, me sorprendí de sentir que me seguían, siempre corriendo, siempre de prisa, nunca advierto si alguien me ve, aunque se que no soy desagradable y que aún puedo atraer a algún caballero, hacía tiempo no me veía en un espejo, observándome tal cual, reconociéndome, apenas si tenía espacio para el marido, los hijos, la oficina, las tareas. Esa tarde salí al supermercado, porque sabía que en casa estaba a punto de estallar, recibí la enésima llamada “anónima” donde me advertían que mi marido estaba saliendo con una compañera del trabajo, una ingeniero de ahí de la maquiladora donde él era Gerente. ¡Pendejas!, cuando entenderían que yo no necesitaba anónimos porque tengo dos pinches dedos de frente, que hace meses que no me toca, que nuestra cama solo se usa para dormir, que no necesito llamadas para percibir un perfume extraño en las ropas que mando a la lavandería. Sin embargo, no me molestaba que Arturo lo hubiera hecho de nuevo, al fin ya estaba acostumbrada. Mi molestia era que esta vez las llamadas eran más insistentes, era que no entendían mis motivos y razones para no desbaratar un matrimonio donde dos niños no tenían la culpa de mis problemas.
Me fui al supermercado, no necesitaba nada, pero el ambiente de frío, de impersonalidad, de estar entre desconocidos, me permitía relajarme un poco, enfrentar la perspectiva de llegar a casa y ver a Arturo con su cara de inocencia, jugando con los niños y esa indiferencia a la hora de cenar, donde yo sabía perfectamente que su mente estaba en otro lado.
Entonces al darme cuenta que ese hombre tenía más de veinte minutos siguiéndome, me sentí halagada y de pronto, en mi mente germinó una idea, nunca me imaginé que podría hacerlo, pero sin pensar, viré el carrito y lo puse de frente a él, el cual solo abrió los ojos y torpemente sonrió para decirme “Hola”. Yo no lo vi tan mal, sería dos años menor que yo si mucho, una camisa medio arrugada y una corbata floja, pantalón de vestir. Entonces pregunté:
- ¿Nos conocemos de alguna parte? –
- No, pero podríamos empezar a conocernos. –
- ¿Sabe Usted que en esta ciudad es peligroso hablar con extraños y extrañas? –
- Lo sé, pero pretendo que dejes de serlo para mí. Apuesto a que detrás de esa carita de seriedad, hay una mujer alegre y divertida. Vamos, te invito un café.-
- ¿Porqué un café, si los dos nos estamos muriendo de ganas de ir a un hotel? –
Aún me divierte recordar esa mirada de sorpresa cuando hice semejante propuesta, nunca supe porqué lo hice, pero en verdad estaba desperdiciada en mi casa, así que salimos del supermercado, llamé a mi marido para decirle que iría con mi amiga Gloria por un café, yo salía cada mil años, así que él no dijo nada, ¿que podía pedir de su esposa perfecta?...

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Todo resultó mejor de lo que esperaba, encontré entre mis brazos la mujer mas exquisita, más deliciosa, mas apasionada y más mal cogida de toda la ciudad, la llevé hasta el hotel mas cercano, no porque no quisiera llevarla a mi casa, pero porque me urgía tomarla, hacerla mía, recorrer sus contornos con la punta de mis dedos, besar las partes que hacía tiempo no se besaban, sentir como su cuerpo tibio empezaba a arder, como sus manos me acariciaban, me apretaban, como se entregó sin reservas, sin mañanas, sin pasados.
Después, en las pausas de la pasión, me dijo que oscuros motivos la llevaron a hacer eso, la extraña revancha que la hizo cometer la locura y la feliz coincidencia de haber sido yo “el primero que se le puso enfrente”.
- Por mi, desquítate cuando quieras reina. –
- No digas tonterías, esto fue algo de una sola vez. –
- Eres una mujer completamente desperdiciada, yo puedo hacerte feliz. –
- La felicidad solo existe en los sueños, así que después de esto, no volveremos a vernos. Ha sido agradable pero hasta ahí. –


Volvimos al estacionamiento del supermercado, ella bajó de mi auto, besó la punta de sus dedos y los puso sobre mi boca. Nunca un beso de una extraña me supo más a nostalgia. Se negó a darme su nombre completo, solo se que se llamaba Carolina. En ocasiones voy al supermercado y fantaseo con la posibilidad de encontrarla ahí. A veces imagino que se divorció y me busca y recuerda como al mejor de sus amantes. Otras veces se que Carolina y las miles de Carolinas que caminan por los pasillos de los supermercados de esta Ciudad, están condenadas a secarse en un lecho matrimonial, donde jamás serán valoradas, por eso de cuando en cuando, persigo mujeres en un supermercado.


jueves, 8 de octubre de 2009

ELLA





A Ella la encontré después de tiempo de no verla, pasaba por una de esas rachas de insensibilidad emocional que te quedan luego de romper con otra novia, ese tipo de etapas en las que juras no volverás a querer a nadie, que estás decidido a no volver a querer a ninguna “pinche vieja” porque todas están más locas que una cabra con patines y nunca les das gusto, con sesiones intensas de mil cervezas para olvidar y tratar de componer el mundo con quien te quiera escuchar. Así simplemente nos encontramos en un punto concreto del espacio y le dije que me daba gusto verla de nuevo, era la verdad, siempre encontré muy agradable su calidez, su modo de reír y como no se tomaba tan en serio, me sentía cómodo con Ella, y empezamos a conversar más seguido y un buen día sin darle tiempo de nada, le pregunté como se encontraba:
- Bien – me respondió – pero no quise darme por satisfecho con la respuesta, volví a inquirir: no, quiero la verdad, ¿cómo está tu vida sexual? Entonces, abrió el baúl en el que guardaba todos los recuerdos de momentos frustrados y pasados y yo como todo un conquistador, le dije que era tiempo de pasar un buen momento, que conmigo olvidaría los malos instantes, más nunca le ofrecí mi corazón, nunca me comprometí a nada. Quedamos de pasar un fin de semana juntos, donde las premisas eran el alcohol y el sexo, con todas las cuestiones periféricas que pudieran presentarse. Yo me sentía curado de mi mal de amores, que podría pasar si en realidad ya no estaba enamorado, ya no volvería a enamorarme, ya no quería pasar por lo mismo.
Aquella noche nos fuimos a un bar, donde empezamos una farra mítica, de proporciones sobrehumanas, donde empezamos a tejer la leyenda de que juntos estábamos mejor que nunca, Ella tomaba tequila, yo tomaba cerveza y afuera la noche nos esperaba, cálida, sofocante, sin prisa. De pronto una canción sonó en la guitarra y tu recuerdo me llegó de golpe, yo que tenía meses diciendo que ya no te extrañaba, me sentí más solo que nada sin tus brazos, más ausente de ti que nunca, mas perdido en este universo y una lágrima salió de mis ojos, sin que yo lo pudiera evitar; a pesar del humo del cigarrillo, a pesar de la oscuridad, a pesar de su ebriedad, Ella lo notó, solo me preguntó si pasaba algo, le dije que estaba bien, Ella no se quedó satisfecha, volvió a preguntar y yo solo respondí: “es que mi gatito murió y lo extraño”, sabiendo que era la respuesta mas puñetera que podía encontrar en este mundo. Seguimos bebiendo en silencio por un rato y empezamos a reír de nuevo, pero yo sabía que en su mente estaba sembrado el fantasma de esa lágrima inesperada y sorprendente.
Al amanecer, caminamos hacia nuestra habitación, donde nos entregamos de mil maneras distintas, haciendo que nuestros cuerpos se agotaran, quemando hasta la última gota de la energía que nos quedaba, conjurando a la luna para que volviera de nuevo y pese a que Ella se regaló en mis brazos sin reservas, pese a que me hizo explorar el placer en rincones desconocidos, aun y cuando me embrutecí de su cuerpo, de su sexo y sus sentidos, la abrace al final, sabiendo que no se trataba de ti, que nunca serías tu, que Ella merecía más que ese corazón incapaz de quererla. Ella fingió dormir, pero se que sentía que mi mente estaba lejos de ahí y que nuevas lágrimas me hacían extrañarte de la manera mas injusta y estúpida, por innecesaria, por irrepetible, por imposible. Y ahí que tú recuerdo se acostó entre los dos como un fantasma.
Al despertar, Ella me miraba junto a la cama, vestida, escrutándome, seria y entonces me sentí desamparado, porque sabía que estaba viendo hasta dentro de mi, hasta la realidad que pretendía ocultar y siendo Ella la mujer que merece que la amen, la mujer que se entrega sin condiciones, se dirigió hacia la puerta y me dijo: - Ojala algún día alguien me quiera y me extrañe como tú a tu gato. -

miércoles, 7 de octubre de 2009

EL PODER DE UN MAIL.

Recibí un mail que decía “gimnasia cerebral”, como me gustan mucho todos los juegos, lo abrí y encontré diversos ejercicios, entre los cuales estaba por ejemplo, encontrar la letra “C”


ENCUENTRA LA C

OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOCOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O
OOOOOOOOOOOOOOOOOOO O


Luego me pedían encontrar otras letras entre otros grupos de letras, tales como estas:

UNA VEZ QUE HALLAS ENCONTRADO EL 6
ENCUENTRA LA a

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UNA VEZ QUE HALLAS ENCONTRADO LA a
ENCUENTRA LA c

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Como me pareció divertido, participé en ellos sin mayor dificultad, en unos cuantos segundos había terminado el jueguito mental; las dificultades aparecieron cuando me dan instrucciones de pedir un deseo, lo cual tampoco es muy difícil, siempre se esta lleno de deseos en esta vida, y como está cabrón que las fuerzas esotéricas se combinen para lograr la paz mundial, cesar el hambre o el calentamiento global, pedí un pequeño deseo, chiquito, terreno, humano y natural: una supermegasesiondesexo para antes de que termine la semana.
Ahí empezó el problema, porque me pedían que para cumplir mi deseo, tengo que reenviarlo a varias personas y de la cantidad de personas a quienes lo mande, depende la rapidez con que se cumplirá mi deseo… mmm, mi lógica y mi razón se rebelaron, ¿Por qué las fuerzas sobrenaturales requieren que yo ponga a hacer gimnasia mental a mis amigos para cumplirme un pinche deseo?, ¿Por qué mi agilidad de mente que me permitió resolver el ejercicio en veinte segundos no sirvió para nada, porque igual tengo que involucrar a más gente para que se cumpla mi “petit” ción?, ¿Porqué no me llega un correo diciéndome que pida un deseo sin necesidad de tener que hacer algo para cumplirlo, que acaso ya nadie regala nada? y lo que resultó de más peso en mi ánimo: ¿De cuando acá las fuerzas metafísicas se conjugan para cumplirme algo?, entonces decidí mandar a la chingada el juego del deseo, no le di reenviar, ¡Que las fuerzas esotéricas se queden con su pinche deseo, yo sigo de mal cogida!.