miércoles, 31 de marzo de 2010

VIDAS SEMEJANTES

Martha y María vivían existencias conectadas, pero ninguna de las dos lo sabían, compartían no solo la misma ciudad, sino practicamente la misma zona de la ciudad, ambas tenían dos hijos varones y una niña, ambas tenían la misma edad, las dos eran amas de casa, las dos vivían una existencia modesta, los maridos de ambas se dedicaban a lo mismo. El esposo de maría siempre fue un hombre trabajador, tenía por oficio la herrería, el taller estaba en el patio trasero de la casa, así que solo se ausentaba de cuando en cuando para comercializar sus productos; trabajaba bien y siempre tenía encargos pendientes, aunque no ganaban mucho, de su sueldo vivía toda la familia, de ahí vestían y calzaban sus hijos, nunca fue cariñoso con ella, pero ella lo consideraba un buen marido, María se sentía afortudana.

El marido de Martha también era herrero, pero tenía su taller fuera de casa, sus clientes eran básicamente personas de todas partes del estado, lo cual implicaba que cada determinado número de días se ausentaba para ir a entregar los pedidos que tenía, sin embargo, muchas veces en los viajes sufría percances, el vehículo se descomponía, algún asalto en el camino, así que muchas ocasiones, si lograba amortizar los gastos del viaje, se sentía afortunado, Martha no entendia, era como deshacer para hacer, todo lo que ganaba lo invertía en la manufactura de sus rejas, herrajes, portones, ventanas y toda clase de productos de herrería. La situación era precaria, de manera que tan pronto tuvo consciencia, el hijo mayor de Martha abandonó la escuela para irse a trabajar y ayudar a su madre con la manutención de sus hermanos.
Así transcurrían dos existencias muy semejantes y a la vez muy diferentes, ellas ignorándose, viviendo el día a día sin saber que tantas cosas tenían en común, llegaron a la edad de la madurez, los achaques y la muerte de la pasión... hasta el día en que Martha, contra su costumbre, acudió al super fuera de la semana, tradicionalmente iba una vez por semana y no volvía a acudir, pero esa ocasión, celebraba su aniversario, estaba tan contenta de llegar a veinte años de familia, veinte años junto a su marido, renegado, pobre, pero un gran padre y hasta hace poco un buen amante.. le prepararía su platillo favorito, carne mechada y cenarían todos en familia.. en ese momento se abrió la puerta automática y ella sintió la frescura que emanaba del lugar, se encontró de frente con María, aunque ella no sabía su nombre, pero si conoció al hombre que la llevaba del brazo, era su marido, aquel día, las vidas de Martha y María, finalmente coincidieron.

domingo, 28 de marzo de 2010

ACLARACION

- Como lo oye licenciado, ese muchacho no se llama Anuar Rosales, no, su nombre correcto, es Luis David Gómez Gómez, ¿que cómo lo sé?, porque yo soy su mamá, Amelia Gómez, apenas anoche lo vi en la televisión, que lo tenían aquí detenido y vine a decirle que su información esta mal, no se llama Anuar Rosales, ¿quien le dijo eso?, ¿él? pues dejenme decirles señores autoridades que que buenos son ustedes para investigar.-
- Señora, nosotros tenemos mucho trabajo, así que lo que venga a decir, dígalo pronto porque no tengo tiempo para atenderla, su hijo, Anuar Rosales, Luis David Gómez Gómez o como se llame, está detenido desde ayer y solo tenemos cuarenta y ocho horas para ponerlo a disposición de un Juez, así que diga lo que tiene que manifestar -
- Tampoco me carreree Licenciado, no crea, no es fácil venir aquí, tenía dos meses sin saber de él, y venir a encontrarlo así, en estas condiciones, no crea, para ninguna madre es fácil, ya se que todos ustedes me ven y se preguntan ¿dónde estaba yo cuando este muchacho andaba cometiendo sus fechorías?, pues trabajando señores, como trabajo desde que nos abandonó el padre de él y sus hermanos, venimos de un pueblo, alla por San Luis Potosí, todos venían chiquitos, a mi marido le dijeron que acá en Ciudad Juárez encontraba trabajo, y encontró, ¡Claro que encontró!, pero tambien encontró la sinvergüenzada, si todo fue que se empezara a juntar con sus amigotes en la maquiladora, cada fin de semana se tomaba el gasto, al fin que en esta Ciudad lo que sobran son cantinas, allá en el pueblo nomás había una y como quiera yo iba y lo sacaba, ¿pero aca, donde lo iba a hallar? y pos si, fue cosa de tiempo pa que se largara, nos dejó a los cuatro solitos y nuestra alma, entonces que iba a hacer yo, pos me metí de operadora a la maquiladora, no es que pagaran mucho, pero pues tenia yo al menos el Seguro Social pa´ si se enfermaban los chavalos, pero que nos alcanzara, la verdad no nos alcanzaba, que por eso me la pasaba alla, haciendo turnos dobles y tiempo extra, mis hijos, solitos y su alma, las vecinas eran las que les echaban el ojo, pero a veces ni alcanzan pa cuidar sus chavalos, menos pa´ andar pastoreando los mios. ¿Que yo no les enseñé valores?, no se que sea eso, yo nomás les enseñé que había que trabajar honradamente en la vida, traté de que fueran a la escuela, pero pues ya ve, la mas chica, margarita, se casó a los quince años y no es que le vaya muy bien, pero pos ahi la va pasando, su marido es buena gente, siempre y cuando no tome, de Roberto mi hijo mayor hace mucho que no se nada, ese agarró el vicio de la droga, como no quise que fuera mal ejemplo pa´sus hermanos lo corrí de la casa, la última vez lo vi en el centro, ahí rodando, creame que se me partió el corazon, pero me acerqué a hablarle y ni siquiera me reconoció y siguió caminando y ahora Luis David, ese muchachito era inteligente, las maestras en la primaria me decían que podría llegar a ser alguien en la vida, pero ya no tenía pa´ comprarle los uniformes ni los zapatos y el ya no quería ir con sus zapatos rotos a la escuela, aparte decía que hasta la panza le dolía de ir a veces con el estómago vacío, pero es que, mire usted, o compra uno cuadernos o compra uno mandado y bueno, el Luis David agarró la pandilla de la esquina, yo sabia que no eran buenas gentes y por mas que le dije, desde los dieciséis años empezó a hacer ronda con ellos, primero eran pleitos a pedradas con los chiquillos de otras pandillas, luego fueron balaceras, y yo con el alma en un hilo, que no hallaba que hacer para sacar a mi hijo de esas cosas, nomas viendo, como cuando ve uno que una piedrita va rodando por un barranco enorme y no sabe hasta donde se va a detener, pero sabe que caerá muy abajo. -
- Señora, disculpe la interrupción, pero eso no tiene nada que ver con la investigación que estamos haciendo, denos los datos que pueda darnos de su hijo para hacer las identificaciones y fichas correspondientes, ¿su edad? -
- Yo tengo treinta y cinco Licenciado -
- No señora, la edad de su hijo -
- Ah, pues recién ajusta los veinte años, yo se que no puedo darles mucha información, no se como se llaman los tipos que se juntan con él, no se para quien trabaja, lo que si puedo decirle es que una vecina me dijo que estaba participando en secuestros y entonces, anoche que vi que lo detuvieron, que porque secuestraron un muchacho que habían matado, sentí como una cosa tan fea aqui, en el pecho, porque Señor, yo me he partido la vida, he navegado mucho con mis hijos, hemos sufrido hambres y penares Licenciado, pero ninguna madre debe pasar por el dolor de que le maten a su hijo, y decidí, que prefería arrancarme las entrañas, para no sentir el dolor por ese hijo mío que parí, que permitir que vaya a salir inocente, si yo se que andaba en malos pasos; ya me voy señor Licenciado, no le quito más su tiempo, solo vine a decirle, no se le olvide su nombre es Luis David Gómez Gómez, ya parece que yo le iba a andar poniendo Anuar... -

martes, 9 de marzo de 2010

CAPERUCITA Y EL LOBO

Rosita Romero y Barrera era lo que para los adultos de su entorno se entiende como "una buena niña", a sus dieciocho años nunca se había quedado fuera de su casa, según sus boletas de calificaciones, solo las matemáticas era un poco su debilidad, iba a misa todos los domingos, aun cuando el sábado anterior se hubiera desvelado, también las vecinas de su madre decían que era un "encanto de chamaca", bien educada, nunca se le vio con la coleta torcida como a sus coetaneas, que desde chicas ya corrían por la cuadra al parejo de la torva de mozalbetes.
Un buen día, Rosita Romero y Barrera se enamoró, era un chico bueno, guapo y según lo definió su madre, era un "excelente partido", término que usan las mamás para dar a entender que el sujeto que tienen en mira para casarlo con su hija reúne los requisitos de estatus y nivel socioeconómico requerido, así como de aptitud genética para mejorar la raza, como decimos en Chihuahua.
Durante un año, Rosita Romero y Barrera en compañía de Angel Rivapalacio Reyes adornaron las páginas de sociales de los diarios de la Ciudad. En aquellos entonces Ciudad Juárez era una frontera con un decidido empuje económico debido a la gran cantidad de industrias internacionales que se habían establecido, sin embargo, pese a su desmesurado crecimiento, aún conservaba un cierto ambiente de pueblo, de desenfado, de confianza, es natural en un sitio donde todo mundo tiene trabajo y dinero para gastar, así como sitios donde hacerlo. En ese marco, Rosita y Angel iban de fiesta al menos dos veces por semana, ya que ella no quería descuidar sus estudios con las Monjas Teresianas donde era reconocida como una excelente alumna.
Pero toda historia de hadas tiene que terminar, Angelito se fue tras las piernas de una gringa que encontró un día en un evento de carreras de autos al que Rosita no pudo acudir por encontrarse estudiando para sus exámenes semestrales; así que sorpresivamente se encontró con que Ángel fue a su casa para decirle que se había dado cuenta que no era suficiente el amor que le tenía y que era lo mejor terminar. Escucharlo y volar a llorar a su cama fueron casi una sola actividad. Rosita se preguntaba en que consistió su error, ella soñaba casarse con su primer novio, de blanco, en una boda oficiada por el obispo, ella sabía que Ángel estaba destinado a ser su amor, a darle los tres hijos que soñaba criar, a envejecer juntos... poco entendía ella que el amor suele ser volátil, sobre todo cuando se tienen diecinueve años. Dos semanas duró esa postración, sin querer comer, ni dormir, solo escuchando música melancólica, Rosita únicamente salía de casa para ir a misa y aún así no podía evitar que se escapara un berrido que sobresaltaba al sacerdote cada que escuchaba en el sermón palabras referentes al amor.
Sucedió que tres semanas después de la catastrófica ruptura, cuando ella seguía sintiéndose Marga López reencarnada, recibió una llamada de sus amigas, no es que no le hubieran hablado en esos días, a todas horas, pero hasta entonces se decidió a aceptarles la invitación a salir. Su madre, tan contenta estaba, que decidió prestarle el vehículo del año, la camioneta Durango que recién le había regalado su marido para festejar su aniversario de bodas número veinticinco. Allá van las cuatro chicas, Rosita no se sentía aún animada, pero sabía que encerrada en su cuarto nada iba a obtener.
Al llegar al "Don Quintín" lo encontraron a reventar, sábado era el día en que todos se reunían, ya había bastante musica y animación... estruendo en el que Rosita se sentía reacia a participar, sus amigas pidieron bebidas y ella pidió un jugo de naranja, no acostumbraba consumir alcohol y haber tronado con su novio no la haría cambiar de opinión, de pronto a lo lejos, sintió la mirada de un hombre clavada en ella, al principio pensó que era Ángel, se parecían de lejos y en la oscuridad, entonces ella bajó los ojos, no quería ver al causante de sus más recientes penas. Pero de pronto él se acercó y se aclaró esa confusión, evidentemente era alto como Ángel, una complexión atlética, vestia chamarra y jeans, nada lo distinguía de muchos jóvenes que ahí departían, salvo que era terriblemente guapo. Se acercó y la golpeó de lleno con su sonrisa, le dijo llamarse Roberto y entonces ella entendió porque la gente se vuelve adicta a la adrenalina y a las drogas, la descarga en su cerebro fue estimulante, que aquel hombre se hubiera acercado a ella, entre tantas chicas, era un halago evidentemente, aunque era joven no era tanto como todos los demás que ahí se encontraban, estaba en sus mediados veintes, todo un hombre comparado con los jovenes entre 18 y 20 años que ahí se daban cita. Empezaron a conversar, muy interesante, entonces Rosita Romero y Barrera empezó a hacer su historia, el chico decia las cosas que ella le gustaba oir, era divertido, hacía bromas, seguro tenía buen trabajo o una buena posición pues vestía con ropa de marcas caras, poco a poco sus amigas fueron separándose de ellos, alegres de que por fin le veían otra cara que no fuera de funeral desde que terminó con Ángel.
Aquella noche Rosita decidió en su fuero interno que ahora sería ella la mala, la vampireza, la seductora, se había terminado la niña ingenua que se deja llevar por la vida, tomaría ella las riendas de su destino.
Roberto recibió una llamada en su teléfono, contesto con dos o tres monosílabos y al colgar apuro su bebida y le preguntó a Rosita:
- ¿Quieres acompañarme? voy a ir a cobrar un dinero y regresamos rapidísimo, es aquí cerca - Rosita abrió la boca para decir que no pero sorprendentemente su boca pronunció la palabra "si", Roberto dijo que su auto estaba encerrado en el estacionamiento y que el valet parking tardaría mucho, era mejor que usaran el vehículo de ella, Rosita accedió y una vez que salieron del lugar, él dijo que se encaminara a un lugar cercano.
Llegaron a una zona residencial, de buen nivel y él le pidió se estacionara frente a un domicilio, entonces todo sucedió como en las películas, aquella visión de cámara lenta donde unos segundos parecen eternos, sin embargo mil cosas ocurrieron en ese instante. En el momento en que la luz de la vivienda se encendía y un hombre salía de la casa, Roberto sacó entre sus ropas una pistola y la disparó hacia él, quien pese a verse sorprendido, pudo reaccionar y sacó a su vez otra arma con la que respondió a los primeros disparos. Luego Roberto gritándole a Rosita, ¡acelera pendeja! y ella pasmada, sin acabar de reaccionar, encendió el vehículo más por instinto de protección que por razonamiento lógico, sin embargo, el nerviosismo no le permitió avanzar más allá de media cuadra, impactándo el vehículo de aniversario de su madre, contra un arbotante.
Fue el último instante que vio a Roberto, este bajó del vehículo dejándola aturdida y sangrando de la frente y la nariz. Mientras que todos los demonios del mundo se ensañaban con Rosita, ya que de inmediato se vio rodeada de policías interrogándola a gritos y preguntándole cosas que ella desconocía.
Luego ante un Juez, repitió toda la historia, sabía que resultaba poco creíble que no conocía a Roberto, que estaba consciente que poco le favorecía el hecho de que el arma que Roberto dejó abandonada en su vehículo no le pertenecía, que no sabía que iba a tratar de matar a otro hombre cuando le pidió acompañarla, fue puesta en libertad a las setenta y dos horas, después de que todas sus amigas, su madre, los meseros del bar y alguntas otras personas atestiguaron a su favor... setenta y dos horas después a Rosita Romero y Barrera se dio cuenta que la suya era la carrera de mujer fatal mas corta de la historia.