sábado, 29 de enero de 2011

EL COMPROMISO.

- ¡No te entiendo, en verdad que no te entiendo!- Decía una y otra vez Mauricio mientras se llevaba las manos a la cabeza, mesándose los cabellos. Yo estaba frente a él, tranquila, serena, quizá, lo confieso, un poco sorprendida, nunca pensé verlo reaccionar así ante la noticia de que se había terminado nuestra relación. En primer término, lo que teníamos no podía llamarse una relación, yo le decia que era "mi nalguita", nunca dispuesta a que me objetivizara sino todo lo contrario, no dejarlo pasar de mi objeto sexual, usar antes que ser usada. En segundo lugar, nunca me dijo una palabra tierna, un gesto que me revelara que le importaba un poco mi persona, eramos de vernos, hablar, a veces un trago, a veces cine y a veces sexo. Era tácito el acuerdo que indicaba que lo nuestro era una relación abierta, "nunca podría presentarte con mi madre" decía, el motivo era, segun su dicho, mi "pasado", así que deje de considerar la posibilidad de llegar a algo más. Como yo digo, disfruto el sexo con amor, pero si no hay amor y solo hay sexo, es suficiente para mi.
Así las cosas, yo no entendí su reacción aquel día, cuando le dije que tenía una relación formal, que pensaba salir en exclusiva con Antonio... al principio su seriedad me hizo pensar que no le importaba nada; luego, cuando me dijo que no había problema, que saliera con Antonio, que podríamos seguir saliendo eventualmente, le hice saber que no pensaba hacer algo así, porque mi nuevo prospecto no se lo merecía (ni hablar de decirle que también era buenísimo en la cama y con él tenía suficiente para estar contenta) y que en definitiva no volveríamos a salir. Entonces sucedió lo impensado, se desbordó en un llanto y en una desesperación, confeso un inmenso amor y una intención de formalizar lo nuestro, dijo entonces que solo estaba esperando el momento adecuado para comprometernos, para hacer pública nuestra relación, que no era posible que pensara abandonarlo, ofreció matrimonio (según me había contado, ninguna mujer puede resistir la tentación de casarse), en fin, puso en juego toda clase de promesas para hacerme desistir.
-Enriqueta, tu no puedes hacerme esto- decia.
- Pues ya verás como si voy pudiendo - respondí yo, muy quitada de la pena.
Y luego empezó la rabieta, la de niño chiquito, el que desea justamente eso que no puede tener y amenazó con buscar a Antonio y matarlo a golpes porque "tú no sabes de lo que yo soy capaz". Confieso que me halagó su reacción, francamente yo no pensaba que le importaba tanto, pero tambien, pinche adivina no soy.
Finalmente se levantó de la mesa del café donde conversabamos, bueno, donde yo conversaba y el rabiaba... me deseó toda clase de felicidades, me dijo que se consideraba mi amigo y que lo buscara si necesitara algo. Traducción: búscame cuando tengas ganas de coger y te hayas aburrido de tu noviecito. Yo le di las gracias y le dije que le deseaba buena suerte. Traducción: para la otra fíjate en lo que tienes, pendejo.