viernes, 20 de mayo de 2011

EL BAÑO DE HOMBRES

Lorena y Cecilia reían como locas aquella tarde, teníamos mas de dos horas platicando aventuras de la época universitaria, de cuando en cuando acostumbrábamos reunirnos, la vida, los maridos, los hijos, las profesiones, nos impedían vernos con frecuencia, bueno, no todas, Lorena seguía soltera, luego de varios matrimonios fallidos en los que nunca tuvo hijos, decía que tenía por afición "coleccionar hombres" ya que son demasiado entretenidos para conformarse con uno solo.



Aquella tarde reíamos recordando la ocasión en que Lorena por pura ocurrencia besó al chico más serio de la clase, incitada por nosotras que le dijimos no le pasaríamos los apuntes de sociología si no lograba sacarlo de su computadora portátil, Fernando era un chico serio y nunca esperó que cuando aquella mujer se le acercó, le daría ese beso que lo dejó sin aliento y sorprendido... Lorena se fue por el pasillo riéndose mientras nosotras la seguíamos divertidas por lo que creíamos fue algo sin consecuencias; al día siguiénte, Lorena nos dijo que por la noche Fernando se había presentado a su casa, vestido con saco y corbata de moño, mas serio que de costumbre y luego de darle un ramo de flores a su madre que lo miraba confundida, habló con sus padres de las intenciones serias que tenía de comprometerse con Lorena, de la cual se encontraba completamente enamorado, ahí la cosa le dejó de parecer tan divertida y tuvo que convencer a sus padres que no había tal relación entre ellos y que por tanto no pensaba formalizar nada, asustada porque vio la complacencia en los ojos de su padre y una cierta ternura en los ojos de su madre, que lo defendía diciendo: "pero es un chico tan formal, tan bien portado, creo que sería bueno que fueras su novia". Aclarando el punto, llevó amablemente a Fernando a la puerta y la cerró tras de él sin darle tiempo ni de reaccionar, retirándose muy serio. Luego Cecilia recordaba a Luis, otro mas de esos chicos del grupo, con quien salió un tiempo pero tuvo que dejarlo, porque tenía la costumbre de hacer ruidos guturales cuando hacían el amor, bastante incómodos, tanto que ella pensaba que no hacía el amor con un hombre sino con un gorila.


Por supuesto que todas recordábamos a Manuel, aquel hombre tan guapo, tan varonil, tan inteligente, el sueño de todas las chavas de la universidad, tenía por delante un brillante futuro, con una personalidad atractiva, el mejor de su clase, en un tiempo pretendió a Lorena, pero esta dijo que no, porque es "muy quien sabe como" y nosotras le avisamos, que no importara que tan amigas fuéramos, si ella lo dejaba ir, cualquiera de nosotras podía intentar ligar con él. Sin embargo, no era tarea fácil, había que competir prácticamente con todas las compañeras de universidad, pues tanto las nuevas como las casi egresadas tenían enfocadas sus baterías en llamar la atención, siempre rodeado de sujetas, era difícil encontrar un momento a solas.


-¿Que sería de él?- preguntaba Lorena - desde la graduación nunca volví a verlo.


- Creo que vive en Europa - afirmó Cecilia - consiguió trabajo en una compañía extranjera y lo enviaron allá... que lástima que se nos fue vivo.


- Pues yo no me siento así - repuse - no creo que hayamos perdido de nada espectacular.


- ¡Estás loca! - dijo Lorena - si era todo un forro, apuesto que era divino en la cama.


- Esos jeans que le quedaban tan bien, insinuaban que dentro había cosas divinaaas - dijo Cecilia.


- ¿Quieren saber un secreto? - dije yo - acercándome un poco a ellas, denotando complicidad.


- Siiiiii - corearon ambas.


- Bueno, ¿Recuerdan el baile de graduación?, aquella noche yo me propuse secretamente seducirlo, era demasiado tiempo conformándome con admirarlo y me dije que aunque fuera unos cuantos minutos, quería sentir como hacía el amor aquel super hombre -


- ¡Ohh, maldita!- exclamaron.


- Dejenme contarle pueees- y ellas volvieron a adoptar la cómplice actitud de momentos antes.


- Yo preparé todo con mucho detalle, una fabulosa lencería, mínima debajo de aquel vestido de gala tan ajustado, sabía que me veía bien y que no podría resistirme. Para mi suerte su mesa estaba cerca de la mía, por lo que toda la noche pude espiarlo sin que me notara. Inocente de mis intenciones perversas, Manuel tomaba distraido ese whisky con hielos, creo que era el cuarto que consumía en la noche, observando a todos los que se divertían, todos discretamente lo espiaban, pues esperaban el momento en que él sacaría a bailar a la afortunada de la noche, pero él no se daba por entendido, se dedicaba a pasear la mirada por todo el salón, sin haber bailado ninguna pieza. En un momento del baile, se incorporó de su mesa y todos pensaron que sacaría a bailar a alguien, pero perdieron el interés al ver que solo se encaminaba al baño de hombres. Vi que era mi oportunidad, por experiencia sabía que un baño de hombres jamás está tan saturado como uno de mujeres en una fiesta, lo acorralaría en el pasillo y haría realidad mi propósito.

Viendo que nadie me observaba y que la fiesta estaba muy animada, me deslice hacia el baño de hombres, decidida a no darle alternativa ante mi seducción...

Lorena y Cecilia me miraban con mucha curiosidad... casi podía saber que estaban pensando, en el fondo creían que yo era muy mosca muerta por haberme guardado tal secreto por tanto tiempo, pero no me interrumpían esperando que concluyera con mi historia.

- Al girar la puerta del baño, no vi a nadie más, aquello era perfecto, Manuel estaba solo, aunque no a la vista, así que lo fui buscando, agachada por debajo de las puertas, pero no podía verlo, ya solo me faltaba por revisar uno de los apartados, asi que ahí debía estar, me incorporé y adopté mi gesto más felino, empujé la puerta rápidamente y ahí estaba... enfrascado en un apasionado beso con el maestro de economía... ante eso, solo pude decir, ¡perdón, me equivoqué de baño! y salí apresuradamente. No es que me sintiera con el corazón roto, solo era que jamás lo hubiera imaginado.

En ese momento, Lorena y Cecilia abrían los ojos con desmesura, jamás hubieran imaginado tal final para mi historia de seducción. Las dos voltearon los ojos a su trago y luego Cecilia pregunto:

- ¿Y que sucedería con el maestro de economía? -

Laura emitió una frase que al parecer le daba una nueva comprensión sobre el hecho:

- Lo último que supe es que vivía en Europa - dijo con un suspiro.



Esta última frase nos volvió a arrancar una carcajada.