lunes, 26 de diciembre de 2016

Un puño de carbón.

Cuando los niños creen que Santa Claus entrega los regalos de navidad, saben también que este regalo también depende del comportamiento observado a lo largo del año, manera básica de enseñar que en la vida el esfuerzo tiene su recompensa y que existe una sanción a las malas acciones, pues "Santa" puede dejar carbón, en caso de que el sujeto evaluado no haya desarrollado la mejor actividad a lo largo del año.
En el caso de los hijos que el destino me deparó, ya no tienen la creencia de que Santa va a venir, pues están enterados que la provisión de regalos viene de los adultos que los rodean, el mayor con una especie de resignación sabe que la única labor en la que le pido un buen desempeño, que es la actividad escolar, deja mucho que desear, pues sus resultados no corresponden a sus aptitudes y capacidades, metido en una adolescente con cultura del menor esfuerzo. En cambio el menor, hasta el último instante ha conservado el desparpajo de preguntar: "¿Dónde está mi carbón? Este año me alcanzará para una carne asada...". Sea por Dios.