domingo, 5 de febrero de 2012

LA LLAMADA

Siempre me acuerdo que te gustaba cantar, no cantabas de maravilla pero era tu pasatiempo, creo que yo era tu única grupie, tomabas la guitarra luego de que hacíamos el amor y asi desnudo me cantabas, sabías que me gustaba la trova y te empeñabas en cantar pedorras canciones pop, sin embargo con guitarra no sonaban simples, yo ponia un brazo bajo mi nuca y con la otra mano sostenia un cigarrillo para escucharte, me gustaba tu silueta dibujada por el sol de la tarde filtrado entre las persianas de tu cuarto, me preguntaba como es que siendo tan distinto a mi podías estar conmigo y yo contigo. Tu eras muy desmadroso y rebelde, yo fui virgen hasta los veinte años, tu a los quince tuviste tu primera gonorrea; yo nunca faltaba a clases y tu aparecías en la universidad dos veces cada semestre. Creo que solo nos entendíamos en la cama, a veces ni en eso, tu querías que me saliera del trabajo para ir en tu busca, yo prefería hacer el amor en las tardes de domingo.
Pero de alguna forma, en algo, por dentro nos parecíamos, creo que tu eras mi refugio, cuando yo quería mandar al demonio la formalidad y probar la libertad, luego tu buscabas un poco de calma, esos eran los momentos en que coincidiamos y olvidábamos entre tus sábanas arrugadas el mundo que te rechazaba mientras a mi me acogía con entusiasmo, cargándome de responsabilidades.
Lo curioso es que fuera de las paredes de tu casa, ni tu hubieras aceptado que me conocías y yo no hubiera aceptado que eras mi amante, tus amigos no entenderían que anduvieras con una vieja fresa y mis amigas no entenderían que tuviera algo con un hombre al que seguramente terminaría manteniendo.
A veces nos perdíamos de vista, meses enteros, aún recuerdo la vez que me hablaste porque estabas en la cárcel en un pueblo de Michoacán y necesitabas dinero para la multa... sin preguntarte que hacías alla, desde cuando andabas o con quién, te mandé el dinero que sabía de antemano no pagarías, apareciste como al mes de eso, me llamaste para vernos en tu casa, y pasamos una tarde muy interesante.
Ahora no se ni como fue que dejé de verte, creo que en algún momento me enojé contigo, de pronto dejé de verte, un mes sucedió a otro y asi se fueron de pronto dos años, tres años, hoy recibí tu llamada, dices recordarme y extrañarme, confieso que me sorprendí, busqué en mi corazón aquel sentimiento grupie que me debilitaba las rodillas al verte, pero ya no lo encontré, sigo buscando mis sueños, sigo buscando escapar de la rutina, pero tu ya no eres para mi. A veces el tiempo pasa, demasiado...