lunes, 26 de diciembre de 2016

Un puño de carbón.

Cuando los niños creen que Santa Claus entrega los regalos de navidad, saben también que este regalo también depende del comportamiento observado a lo largo del año, manera básica de enseñar que en la vida el esfuerzo tiene su recompensa y que existe una sanción a las malas acciones, pues "Santa" puede dejar carbón, en caso de que el sujeto evaluado no haya desarrollado la mejor actividad a lo largo del año.
En el caso de los hijos que el destino me deparó, ya no tienen la creencia de que Santa va a venir, pues están enterados que la provisión de regalos viene de los adultos que los rodean, el mayor con una especie de resignación sabe que la única labor en la que le pido un buen desempeño, que es la actividad escolar, deja mucho que desear, pues sus resultados no corresponden a sus aptitudes y capacidades, metido en una adolescente con cultura del menor esfuerzo. En cambio el menor, hasta el último instante ha conservado el desparpajo de preguntar: "¿Dónde está mi carbón? Este año me alcanzará para una carne asada...". Sea por Dios.


lunes, 7 de noviembre de 2016

Renovando la casa

Hay que abrir una ventana para que entre el aire, que la luz arroje una nueva visión de este cuarto donde se han derramado lágrimas, que el sol las seque y la sal se la lleve el viento. 
Hay que dejar que salga lo viejo y llegue lo nuevo, desempolvar mi memoria y mi librero, que desde una esquina reprocha mi abandono... 
Pero sucede que si lo hago tambien se borrarían todas las particulas de tu respiración, las cosas donde dejaste tu huella, los destrozos que hiciste por toda la casa que me hacen recordarte... y no estoy segura de desear olvidarte. 
Espero aun que me recibas por la tarde, 
Y nadie sale a mi encuentro, espero tus brazos para dormir y solo encuentro el insomnio. Hay medicamentos que sirven, que curan y sanan los dolores... pero saben demasiado amargos.

martes, 15 de marzo de 2016

CONSUMIDA

               Desconozco -porque nunca he estado dentro- el contenido de la mente de otra mujer; puedo decir que entiendo a mis amigas, a mis compañeras de este andar por la vida, pero a ciencia exacta no puede uno saber lo que pasa por la mente de otra persona en un instante determinado. Sin embargo, conozco lo que transcurre en mi pensamiento, es una especie de fluido continuo de ideas que a veces me tiene dispersa y demás, estar en la oficina y darte cuenta que has estado pensando y pensando todo el día sobre mil cosas de lo más variopintas... (Mi madre fue al médico, debo llamarla y preguntar que le dijeron; también tengo que confirmar la cita al dentista y no olvidar programar la nueva cita al especialista del niño, hay que preparar los arreglos para la fiesta del sábado, aprovechando paso por el super y compro algo de vegetales, tortillas que faltan en casa, tengo que ir a hablar con el director de la escuela para preguntarle que sucede con el maestro que lleva varias faltas) mientras con otra parte del cerebro y tus manos laboras (los pendientes, hay que revisar el correo, preparar otra clase, buscar una biografía adecuada para el curso que se aproxima...)
          A la vez, no puedes evitar pensar en tus necesidades personales, mientras sigues trabajando (estas manos merecen una arregladita, esta noche luego de bañarme me cambio al menos el esmalte porque ni soñar con tener tiempo de pasar a la manicura, tampoco he podido ir a despuntarme el cabello y de las raíces del tinte mejor ni hablamos, visto está que ni siquiera he ido al ginecólogo ¿porqué los días no tendrán 36 horas?) simultáneamente, recuerdas de otros tiempos en que la vida no fue tan complicada (¿hace cuanto que no veo a mi mejor amiga?, ella también está de lo mas ocupada, ya no podemos irnos a tomar un café olvidémonos de una copa, mi marido y yo tampoco hemos tenido una noche libre, para nosotros solitos, entre copas y sábanas...) al mismo tiempo, estás tan cansada que tienes ganas de aventar al carajo todas las responsabilidades, quedarte un día sin preocupaciones, solo viendo el techo, en un silencio absoluto, que sabes que nunca podrás alcanzar porque esa vocecita interna que te urge a seguir y seguir, porque la vida no se detiene, porque no tiene botón de "pausa" y nadie espera menos de ti, porque serás la peor madre del universo si por un día dejas de vivir por, para, a través de tus hijos... Este discurrir, esta diarrea mental, que no se detiene, que imparable te consume desde que conectas el cerebro por la mañana hasta la noche en que por fin, luego de repasar mentalmente los pendientes, consigues conciliar el sueño, para siempre despertarte a las tres de la madrugada con la angustia de haber olvidado algo. ¡Chihuahua!... Para que luego nos vengan a nosotras con que sólo somos tiernas y sabemos ir de compras... 



jueves, 28 de enero de 2016

EL RETO DEL DODECAÉDRO.

Hace bastantes años, cursaba la escuela primaria y en sexto año, me pidieron hacer una tarea para un fin de semana, los cuerpos geométricos, en escala y pegados como maqueta. Para lo cual, pasé viernes, sábado y domingo, dibujando, recortando, pegando figuras geométricas, obvio decir que las simples, como una pirámide o un cubo, fueron bastante rápidas de hacer... Pero ¿Cómo se hace una esfera con cartulina? pues haciéndola bola (jaja... eso hice con mis varios intentos) pero no, me inspiré finalmente en una pelota de béisbol, hice los cortes respectivos y de una u otra forma, la figurita quedó bien o al menos aceptable. Mi sufrimiento y estrés fueron compensados con el orgullo de haber logrado hacer todo eso yo sola, alrededor de doce figuras distintas, cilindros, cubos, etc, etc. EN TIEMPOS EN QUE NO EXISTÍA EL INTERNET (mucho ojo). Sin embargo, por más intentos que realicé, nunca logré hacer un dodecaedro... el cual, si acaso se lo llegan a preguntar, es una figura así: 



Si para ti no representa ningún esfuerzo, te felicito, pero para una servidora, miope y torpe, con escasa práctica en geometría resultó en aquel entonces, imposible. A mi maestra le dio un sincope, me rebajó calificación, porque además mi pobreza no me permitió (como a mis compañeros) comprar las figuras pre dibujadas, listas para recortar y pegar, por lo que las mías no fueron tan espectaculares. Snif. 

Sin embargo, mi vida siguió adelante, sin haber logrado hacer un dodecaedro y sin que el mundo se detuviera, se cayera la bolsa de valores o el peso sufriera variaciones en su paridad (al menos no debido a mi causa). 

Ayer, treinta años después, me enfrente a la necesidad de auxiliar al frutito de mi vientre para hacer la susodicha tarea, elaborando varias figuras geométricas con cartulina; en mis tiempos, era innecesario pedirle ayuda a los padres porque: a) No se usaba y b) Casi siempre estaban molidos o trabajando. 

Sin embargo, ahora en estas épocas de mucho fomento a la convivencia familiar, los maestros les recomiendan que pidan ayuda para hacer tareas, obvio que no para que se las hagan sus padres y ¿qué creen? justamente terminamos casi haciéndolas nosotros. Así que ahí estábamos, el pliego de cartulina en blanco y yo, dispuesta para hacer un dodecaedro, la primera parte del reto, era hacer un pentágono de lados iguales, lo cual, no es un tema menor, irregular cualquiera lo hace, pero igual... joer... y con la medida de lado ya dada... busquen el tema en cualquier tutorial en internet y verán a lo que me refiero. 

Luego hay que hacer doce de esos pentágonos pegados y que deben doblarse para que formen la mentada figura. Después de tres horas de sufrir, enfrentarme a los retos pitagóricos, calcular superficies, llorar y elevar plegarias al cielo, conseguí hacer algo mas o menos parecido a un dodecaedro, pero no sólo conseguí eso, ya por la noche, cansada y hasta satisfecha con mi trabajo, caí en la cuenta que me tomó treinta años superar el reto y sin embargo, lo logré; si soy tardada, pero segura.