martes, 15 de marzo de 2016

CONSUMIDA

               Desconozco -porque nunca he estado dentro- el contenido de la mente de otra mujer; puedo decir que entiendo a mis amigas, a mis compañeras de este andar por la vida, pero a ciencia exacta no puede uno saber lo que pasa por la mente de otra persona en un instante determinado. Sin embargo, conozco lo que transcurre en mi pensamiento, es una especie de fluido continuo de ideas que a veces me tiene dispersa y demás, estar en la oficina y darte cuenta que has estado pensando y pensando todo el día sobre mil cosas de lo más variopintas... (Mi madre fue al médico, debo llamarla y preguntar que le dijeron; también tengo que confirmar la cita al dentista y no olvidar programar la nueva cita al especialista del niño, hay que preparar los arreglos para la fiesta del sábado, aprovechando paso por el super y compro algo de vegetales, tortillas que faltan en casa, tengo que ir a hablar con el director de la escuela para preguntarle que sucede con el maestro que lleva varias faltas) mientras con otra parte del cerebro y tus manos laboras (los pendientes, hay que revisar el correo, preparar otra clase, buscar una biografía adecuada para el curso que se aproxima...)
          A la vez, no puedes evitar pensar en tus necesidades personales, mientras sigues trabajando (estas manos merecen una arregladita, esta noche luego de bañarme me cambio al menos el esmalte porque ni soñar con tener tiempo de pasar a la manicura, tampoco he podido ir a despuntarme el cabello y de las raíces del tinte mejor ni hablamos, visto está que ni siquiera he ido al ginecólogo ¿porqué los días no tendrán 36 horas?) simultáneamente, recuerdas de otros tiempos en que la vida no fue tan complicada (¿hace cuanto que no veo a mi mejor amiga?, ella también está de lo mas ocupada, ya no podemos irnos a tomar un café olvidémonos de una copa, mi marido y yo tampoco hemos tenido una noche libre, para nosotros solitos, entre copas y sábanas...) al mismo tiempo, estás tan cansada que tienes ganas de aventar al carajo todas las responsabilidades, quedarte un día sin preocupaciones, solo viendo el techo, en un silencio absoluto, que sabes que nunca podrás alcanzar porque esa vocecita interna que te urge a seguir y seguir, porque la vida no se detiene, porque no tiene botón de "pausa" y nadie espera menos de ti, porque serás la peor madre del universo si por un día dejas de vivir por, para, a través de tus hijos... Este discurrir, esta diarrea mental, que no se detiene, que imparable te consume desde que conectas el cerebro por la mañana hasta la noche en que por fin, luego de repasar mentalmente los pendientes, consigues conciliar el sueño, para siempre despertarte a las tres de la madrugada con la angustia de haber olvidado algo. ¡Chihuahua!... Para que luego nos vengan a nosotras con que sólo somos tiernas y sabemos ir de compras... 



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