viernes, 19 de febrero de 2010

Ve por las tortillas.

Hace muchos años, en esta Ciudad no existían muchos supermercados ni centros comerciales, la gente aún acudía a las tortillerías para adquirir ese producto, la ciudad era un lugar tranquilo, donde los porcentajes de posibilidades de que te pasara algo malo eran pocas, de manera que las madres de familia acostumbraban enviar a sus hijos a comprar las cosas que a diario se necesitaban en el hogar. Yo contaba con la edad de seis años, apenas empezaba a aventurarme sola al mundo exterior, mi madre se sentía con la suficiente confianza para enviarme a la tienda y había realizado varias expediciones a la tienda para comprar leche (que entonces no se vendía en garrafones sino en cajas de cartón de un litro), huevos o alguna otra cosa que mi madre necesitara.
Un dia de junio, mi madre me mandó a la tortillería, que era lo más lejos que yo habría ido sola hasta ese momento, porque la tortillería estaba media cuadra más allá de la tienda, así que tenía que poner en juego todas mis habilidades para cumplir mi misión.
Al llegar a la tortillería, la fila era inmensa, así era casi siempre a esas horas, pero en esta ocasión daba varias vueltas, como un caracol en el interior del local, yo me metí entre la gente y creyendo haber seguido bien la linea, me formé donde parecía que terminaba la cola. Ahí me quedé, un buen rato, entre mucha gente extraña, viendo como caían las tortillas de la maquina, los inmensos peroles donde movían el maíz nixtamalizado, me fascinaba ver las bolas gigantes de masa con que se alimentaba a la máquina tortillera...luego seguía con detenimiento la cadena donde se depositaban las tortillas, y como pasaban por una sección cubierta, donde al salir ya iban cocidas, luego veía con atención a la chica que atendía, me fascinaba ver como envolvía las tortillas con unos dobleces especiales del pliego de papel revolución, creo que entonces me hubiera gustado mucho dedicarme a eso toda la vida, me encantaba ver que tomaba justo la cantidad exacta de tortillas, con movimientos precisos las ponia en la balanza, que invariablemente siempre daba un kilo, otro movimiento mas para ponerlas sobre el papel y tres movimientos precisos mas para envolverlas...fascinante... y el local seguía lleno, en junio es inevitable que en cualquier aglomeración te de calor, con mas razón cuando en ese local se están cocinando tortillas con una maquina industrial...
No recuerdo cuanto tiempo después llegó mi papá, alarmado por mi tardanza decidió ir en mi busca, entonces cai en la cuenta que tenía más de una hora formada donde mismo y que ese sitio no era necesariamente la fila, luego la chica que atendía le dijo a mi papá: "la niña llegó y ahí se puso, yo pensé que esperaba a alguien" y me di cuenta así que no estaba en ninguna fila, que toda la gente que estaba cuando yo llegue ya había salido... desde entonces, para siempre, sin importar cuan segura esté... siempre pregunto antes de ponerme en cualquier fila.

domingo, 7 de febrero de 2010

HASTIO

Hoy desperté en esa extraña postura, como si hubiera caido de un quinto piso, el cabello sobre mis ojos, boca abajo, la saliva colgando, y al tratar de moverme senti como si efectivamente me hubiera caido del quinto piso. Una mirada en mi entorno y de pronto nada me pareció familiar, no recuerdo donde estoy, y en un instante comprendo que estoy en mi casa, lo que pasa es que me dormí atravesada en la cama y mi campo visual no es el mismo de todos los dias.
Camino hacia el baño, aunque está haciendo frio dormi en camiseta y pantaleta, pero al despertarme siento el ambiente helado, hasta casi observo un poco de vaho que sale de mi respiración, ¡quien me manda tener una ventana de balcón, maldito sea mi pinche romanticismo!, la puerta de vidrio hace que parezca que tengo un refrigerador en la recámara. En fin, mientras me siento en el baño observo mis piernas, bueno, no parecen las mias, parecen las de un jugador de fútbol, mmm, necesito depilarme, pero con este pinche frio ni quien tenga ganas de enseñar las piernas, brrr.
La pereza de todos mis movimientos hacen definitivo que hoy es domingo, que toda la semana se me pasó volando, que ya estamos en febrero y que pronto estaremos de nuevo en diciembre...tomo mi laptop y hago lo que cada domingo hago, ver los diarios electrónicos, es el único día que puedo leer notas periodísticas, mmm, veamos, "EL GOBERNADOR MUEVE LA SEDE DE GOBIERNO A CIUDAD JUAREZ", ah, ¿eso significa que ahora los juarenses seremos capitalinos?, suena interesante, ¿nos iremos a volver igual de mamilas que los chihuahuitas?, ¿resolverá eso nuestros problemas?, no se pierda el próximo episodio de nuestra estrujante telenovela local, con héroes y villanos, que no tienen empacho en moverse de un bando a otro, en fin, sigamos, las notas solo hablan de muerte, tristeza, desempleo, creo que ya hace dos años que no leo noticias buenas. ¿Porqué seremos tan exagerados?, si llueve nos inundamos, se nos caen las casas, se desborda el río, se nos hunden las calles; si hace aire, se nos caen anuncios, se nos nubla el cielo; si cae nieve, muertos por hipotermia, albergues insuficientes, gente sin dinero para comprar combustibles y tener calor; no hay fenómeno social o meteorológico que no terriblemente, creo que por eso dicen en todo el pais que en Juárez somos muy extremosos.
Dejo de lado las noticias, creo que iré por un café, me siento en la ventana a ver la mañana transcurrir, aunque no lo quiera reconocer, hay un pedazo de la existencia que me falta y me siento como un vegetal sin ti.
Hay que llenar el espacio, hay que llenar la vida, de sarcasmo, de ironía, de humor involuntario, de tragedia... de lo que nos entregue el destino, mientras estemos sobre la tierra...siempre dije que el domingo era un mal dia.