martes, 17 de noviembre de 2009

NUNCA SE SABE

Aquella noche me dirigí a un bar, después de una semana de locura, una copa antes de irme a dormir me parecía una buena idea, escuchar música tranquila me daría la oportunidad de relajarme, de tomar aire. Me sentía particularmente deseosa de un poco de compañía, quería charlar, pero a esas horas, ninguna de mis amigas estaba disponible, una estaba en las clases en la universidad, otra tenía una salida programada con el novio, la otra estaba en su casa atendiendo a su marido, en fin. Llegué al bar, usaba una blusa de seda negra, manga larga, una falda de vestir y medias negras, con unas zapatillas altas muy lindas, mi debilidad siempre han sido los zapatos altos. Estos en particular eran mis favoritos, pues pese a estar en el rango de mas de diez centímetros de altura, eran extremadamente cómodos. Me había soltado el cabello luego de traerlo recogido en el día, me retoqué el maquillaje y si bien es cierto no era mi atuendo más sexy, me sentía linda. Ocupé un lugar en la barra del bar, a esa hora casi desierto, cruce la pierna y pedí un cóctel margarita, pensaba fumar un cigarrillo y mi mano se dirigió a mi bolsa, cuando en ese momento el barman me señaló el letrero “De conformidad con la Ley Anti-Tabaco, se prohibe fumar en este establecimiento”.
- ¡Maldición! Siempre lo olvido – pensé, dejando de lado mi cajetilla de cigarros, bueno, la copa estaba bien, había una cantante que tenía una voz tenue, dulce, que invitaba a escucharla, entonces me felicité internamente por no haber desistido de mi proyecto, pese a que nadie pudo acompañarme.
Cuando mis ojos se ajustaron a la oscuridad, vi que había varias personas más en el bar, sin embargo, aún lucía bastante solitario, una pareja dispersa y un sujeto sentado junto a la mesa del escenario eran todos los asistentes además de mi. Entonces reparé que el hombre solitario me estaba viendo intensamente, bueno, miraba hacia donde yo estaba, lo cual me confundió un poco, no estaba usando en ese momento mis lentes graduados y la verdad no sabía si era a mi o a otra persona que estuviera junto a mi, entonces me reí de mi tontería, obvio que me observaba, intensamente. Luego puse más atención, vestía un traje de dos piezas, color gris oscuro, una camisa negra, usaba corbata al mismo tono del traje, yo soy miope pero no pendeja, así que de entrada el empaque me pareció bastante atractivo, pero no quise que me adivinara el pensamiento, así que bajé la vista a mi copa, pero no pude evitar sentir esa mirada, que se concentraba en mi. Uff, un ligero calor me empezó a invadir, sabía que no era rubor porque hacía años que nadie me hacía ruborizar, claramente sentí que era emoción, no es que fuera fanática de ligar en un bar, pero tampoco me niego a la aventura.
Terminé mi copa y pedí otra, la cantante interpretaba música de blues, entonces aventuré otra mirada hacia donde estaba el caballero de tan agradable apariencia, su cabello impecablemente peinado, unas facciones supongo que agradables, como ya dije, estaba un poco corta de vista con eso de no traer mis lentes.
Entonces me fijé que miraba insistentemente mis piernas, con una mirada casi obsesiva, como si se detuviera en esa parte en especial, siempre he sabido que mis piernas son atractivas, pero esa mirada tan intensa, me pareció extraña. Por un momento llegue a pensar que las ligas de mis medias asomaban por debajo de mi falda, discretamente recorrí mi pierna con la mano y pude darme cuenta que no era así. Estaba distraída cuando el hombre misterioso se acercó a mi sitio, yo me quedé inmóvil sin saber que hacer, entonces me dedicó una sonrisa plena, dientes hermosos, en sus ojos se formaron pequeños pliegues que me dejaban saber que no era un hombre muy joven, pero tampoco se veía demasiado maduro.
- Hola, si no esperas compañía me gustaría invitarte una copa –
- Que tal, pues se supone que vendrían algunas amigas (mentí abiertamente), pero parece que por esta noche ya no estarán aquí, si gustas, toma asiento –
- ¿Que estás tomando? -
- Una margarita – respondí convencida de que estaba de suerte, un forro así para mi solita esta noche. Fabuloso.
Empezamos a conversar, el sujeto resultó no ser tan desagradable, no tenía aspecto de maniático sexual (lástima Rocío, se que son los que te gustan), pronto me enteré de las palabras clásicas con las que uno se describe de primera mano, divorciado, cuarenta y tantos, empresario de una industria de insumos a la maquiladora, hijo mayor de un hijo mayor y así, rompimos un poco el nerviosismo, yo le conté lo que me dio la gana contarle, que para eso se reinventa uno cada día, le dije que era viuda de un hombre impotente, que no habíamos tenido hijos y que ahora me dedicaba a prospectar terrenos para establecimiento de naves industriales. Que hice dos semestres de psicología antes de decidir que estaba yo demasiado loca para ayudar a otros con su locura y tal. A la primera copa siguieron varias, entonces empezamos a contar bromas y a reír bastante, era muy agradable y contaba unos chistes buenísimos, el bar seguía con poca afluencia, luego de que dejamos la euforia atrás, yo empezaba a preguntarme en que terminaría la noche, a que hora empezaría la plática “de adultos” que nos daría como final una habitación y una cama, como culminación de una buena velada, entonces el empezó con lo que yo creía era el asalto definitivo:
- ¬Tienes unas lindas piernas –
- ¿Te parece?, muchas gracias –
- ¿Que ejercicio practicas?
- Correr tras del señor de la basura porque todos los días que pasa me quedo dormida –
- Pues te felicito, esa carrera ha rendido sus frutos –
- Gracias de nuevo –
- Me imagino que también has de tener bonitos pies, se ven bastante armónicos con tus piernas –
- No creas, pues si calzo talla grande, eso siempre me ha traumado un poco, mi madre nunca quiso que su hija fuera tan “patona” –
- No, no, no, de ninguna manera, el pie grande es lo más común en unas piernas largas, cualquier modelo es ejemplo de ello, pero sobre todo tus zapatos, ¡ah! ¡Que zapatos!. Son el perfecto complemento a unas piernas lindas, Si no te molesta, me gustaría mucho hacerte una pregunta. . .
Entonces supe que la pregunta que sobrevendría era importante, mis ojos se concentraron en verle, entorné la mirada y humedecí discretamente mis labios, dejé de escuchar el ruido en mi entorno, yo era la leona buscando la presa y no iba a perder un ápice de concentración, todos mis sentidos estaban puestos en escuchar lo que seguramente era la propuesta fundamental para esa noche, para esa noche y ninguna otra más, pero que podría ser la mejor de mucho tiempo, mi respiración se hizo serena, imperceptible…
- ¿Sabes?, me has parecido una persona muy agradable, inteligente, divertida, creo que podríamos ser excelentes amigos, la primera condición de cualquier relación humana es la honestidad, yo tengo que plantearte las cosas como son, no puedo darme el lujo de confundirte, se que notaste que desde que llegaste te estoy viendo intensamente, se que viste que observaba tus piernas con insistencia, todas esas cosas no pasan desapercibidas para una mujer, la verdad es que si te estuve viendo con atención las piernas, tus pies, no creas que es algún fetichismo, he tenido una vida complicada, tu no sabes, pero tengo un guardarropa lleno de ropa de mujer, la cual me pongo por las noches, porque tu entenderás, un empresario respetable como yo no puede confesarse travesti y homosexual. Me preguntaba si en la tienda donde compraste esos preciosos zapatos tendrían en tallas grandes, vi que tenías el pie bastante grande y me llamó la atención preguntarte, casi estoy seguro que calzas como yo… ¿Qué número usas?, pareciera que del siete. Lo cual es perfecto, porque me quedaría bien, ¿Tendrías inconveniente de venderme tus zapatillas?...
Entonces todo mi erotismo y sensualidad se vinieron abajo, durante estas palabras mi boca se iba abriendo cada vez más y me sorprendí, lo que me faltaba, entre tantos millones de hombres, me estaba ligando a un travesti, ¡a estas alturas de mi vida me equivoqué y le tiré los perros a una arroba!, entonces pensé que ya era hora de regresar a casa y dejar de jugar a la cazadora, automáticamente me quité los zapatos y los puse sobre la barra, dándome la vuelta y dejando atrás ese intento de seducción, porque aunque el hombre estaba de lo más delicioso y ensabanable ¡uno nunca sabe!.

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1 comentario:

Bombon dijo...

oppssssssssss
sorpresas de la vida

asi q la noche finalizo:
calentorra
medio peda
decepcionada
descalza
y durmiendo sola

joder

una pena


un beso werkia
ya nos estamos hablando :P