lunes, 14 de diciembre de 2009

DE HOMBRES Y ZAPATOS

Mi relación con los hombres siempre ha sido muy parecida a mi relación con los zapatos.
No estoy postulando alguna teoría de imposible refutación, no pretendo que todo mundo piense como yo y ni siquiera intentaría que esto se vuelva un dogma, simplemente es que he arribado a tal conclusión luego de una reflexión, de esas que luego ni siquiera se pueden calificar de profundas, son mas bien reflexiones solemnes, o pendejadas, o también solemnes pendejadas, ¿porqué no?. Aclaro que esta comparación, jamás lleva implícita la afirmación de que a mi los hombres me sirven para lo mismo que los zapatos, para pisarlos... bueno si, pero en el más puro sentido erótico de la palabra.
Un buen día me puse a pensar, los hombres para mi, son como los zapatos... empezando por la circunstancia de que ¡me encantan!, me dan flojera las hiper feministas que dicen que el hombre es el género enemigo, porque yo en mi vida los he encontrado bastante amigables, nunca he sentido odio por ninguno, si mucho ligera antipatía... así que al igual que los zapatos, he tenido grandes cantidades, bueeeno, seamos realistas, nunca tantos como Elizabeth Taylor o Imelda Marcos, pero no tan pocos como una monja de misión africana. Los zapatos son de los más diversos materiales, colores, texturas, al igual que los varones, los puedes encontrar desde aquellos que son de diseñador y que usarlos es un lujo que te permite demostrar al resto que has triunfado (estoy hablando de zapatos), digamos que poseer algo asi, tan exclusivo y diferente te faculta a restregarle a las demás en la cara que tú tienes lo que ellas jamás podrán tener (ahora si me refiero a los hombres).
Existe calzado de aspecto modesto, quizá de marca no tan reconocida, sin embargo, tienen un encanto secreto (al igual que ciertos hombres), que al tenerlos contigo, te hacen sentir cómoda, elegante y a la vez muy satisfecha por la buena calidad de sus materiales y la buena inversión al adquirirlos.
Por otra parte, también es común encontrar los zapatos más increibles, de aspecto mas sexy, color perfecto, materiales magníficos, que desde que los vez te convencen de llevarlos contigo, tu ¡necesitas esos zapatos!, no importa que no tengas con que combinarlos, tu guardarropa evolucionará en función a esos zapatos y una vez que los tienes (al igual que con algunos hombres en la vida), te diste cuenta que cometiste un grave error, que los zapatos te aprietan miserablemente, que por más que trates de adaptarte a ellos, ellos jamás se adaptarán a ti y que ni siquiera cambiando tú por ellos te servirán a largo plazo, son los zapatos que con tristeza hay que decir adiós, por más que trataste que te sirvieran de algo.
Luego están aquellos zapatos que son una facha, que los viste decentes en el aparador, que saliste una o dos veces de casa con ellos, pero (al igual que con muchos sujetos del género masculino), resulta que no eran lo que parecían ser, se ven falsos, las hebillas se caen, las correas se tuercen, en realidad se ven fachosos, vulgares y corrientes, porque bueno, ya lograron la primera impresión y solo para eso están diseñados, para aguantar como decía mi mamá "una o dos puestas".
Así sucesivamente, podría pasarme mucho tiempo explicando porqué considero que mi relación con los hombres se parece a mi relación con los zapatos, pero eso cada quien puede ir haciendo sus conclusiones y corroborar o desechar mi hipótesis. Unicamente me resta afirmar, que con los hombres, al igual que con los zapatos, ¡Siempre es fabuloso estrenar!.

1 comentario:

Bombon dijo...

mmmmmmm
mira q nunca lo habia visto de esa manera

afirmatorio werkia, coincido y me gusto si

aahhh y sobretodo q siempre es weno estrenar una y otra vez jojojo

un besote cashondon jajaja